Cuántos tropiezan por aquí cerca

viernes, 29 de abril de 2011

Cambios en China de 2005 a 2010


Voy a intentar exponer unos hechos que he observado estos últimos años en China sin dar mi opinión, aunque creo que se podrá adivinar fácilmente.

La primera vez que estuve en China, en el 2005, era difícil encontrar una persona gorda. Los jóvenes parecían enclenques fibrosos, pero que cargaban con grandes pesos de forma increíble. Las jóvenes tenían una figura atlética que no dejaba de llamarme la atención, la cual, unida a esa mirada característica, a un cutis perfecto y un pelo lacio y fuerte, conformaba una imagen de una belleza exótica indescriptible. Cuando quería desayunar no encontraba leche por ningún lado, salvo pequeños bricks parecidos a los zumos que se le dan a los niños. Cuando me apetecía algo “normal” no podía encontrar casi nada que me pareciese reconocible y casi no había McDonalds. Me llamaba mucho la atención que aquellas personas pudiesen trabajar todo el día sólo comiendo un poco de fruta y aquella pasta insípida y artificial que comían sobre el mostrador sin ningún pudor, pero me dejaba de extrañar cuando veía dependientas durmiendo bajo el mostrador o una esquina cualquiera del restaurante o tienda.

Desde el 2007 en China el 70% de la publicidad que veía a mi alrededor era sobre leche. Nuevas marcas de leche aparecían casi a diario y la leche estaba de moda. Todavía no existían los tetra-bricks de un litro y los cereales eran aún difíciles de encontrar, ya que estaban entre las patatas fritas y los frutos secos, pero un cambio se veía en el horizonte. Al entrar a cualquier supermercado lo primero que te encontrabas era leche en exposición. También empezaba a haber pan bimbo con sabor a pan bimbo (el de antes... no hablemos del de antes). En general, empezaba a haber cosas que podían aplacar mi morriña alimenticia. Además, los McDonalds empezaron a aparecer como setas, aunque el KFC le estaba ganando la partido por goleada (¿nadie se ha fijado que el KFC triunfa sólo entre negros, chinos y sudamericanos? Y no es un comentario racista: ve a USA, a China o a Madrid y lo verás; los “blancos” preferimos McDonalds).

Esta último vez que he estado en Beijing la leche ya forma parte integrante de la dieta china habitual; todavía al mismo nivel del zumo, pero al menos ya es algo común que se le da a los niños. Leche y cereales (la base de mi cadena alimenticia) se pueden encontrar en cualquier supermercado (eso sí, adaptados a los gustos chinos: muchísimo menos azúcar). Hay McDonalds por doquier, incluso en barrios humildes como el de Fengtai y abren las 24 horas por servicio a domicilio, tal es su éxito. Los restaurantes de comida “occidental” (tal y como los chinos la entienden) proliferan por la ciudad. Los jóvenes ya no están tan enclenques. Las jóvenes tienen casi todas sobrepeso. El 70% de la publicidad es sobre té adelgazante o dietas milagrosas con medicina tradicional. Muchas jóvenes sufren de un acné altísimo, provocado por la mala alimentación y por el uso de productos diseñados para pieles occidentales, pero usados en China como símbolos de estatus (sólo la que “puede” usa marcas extranjeras). Es difícil encontrar un chica con buen cuerpo en Beijing y las miradas tristes que antes no había notado aparecían a diario frente a mí. Una vida que antes era trabajar y disfrutar el tiempo libre ahora se ha convertido en sufrir por no alcanzar ese modelo de belleza efímero y trabajar para poder comprar cosas que me acerquen a él.

Ya no aguanto más sin dar mi opinión, así que ahí va. Creo que algo falla cuando se intenta copiar el sistema americano o el europeo filtrado por los americanos en un país tan característico como es China. Ese intentar ser “mejor” imitando cualquier cosa que llegue de fuera que aplican algunos chinos es un error, además de ridículo. Las consecuencias empiezan a ser obvias, y es una pena.

Personalmente, me gustó más China en el 2005 que en el 2010; a pesar de que ahora son más ricos, antes eran más sencillos y más felices.

miércoles, 27 de abril de 2011

¿Propiedad privada en China?

Cuando el mundo se dividía entre capitalistas, comunistas y el tercer mundo (los que no se aliaban ni con unos ni con otros), nadie parecía tener dudas de que China era comunista. Y eso que es difícil permanecer en un club si te peleas abiertamente con el anfitrión; aún así, con guerras con la URSS de por medio, China se situaba a la izquierda sin ninguna duda.

Sin embargo, desde que Deng Xiaoping dijo que China no era comunista sino que “estaba en el camino hacia el comunismo” (aunque en sentido contrario, diría yo) y desde que los chinos han empezado a ser cada vez más ricos, abriendo el país a las grandes multinacionales capitalistas y entrando “en el juego”, esa definición como “comunista” parece que sólo queda en el nombre del partido que ejerce el poder sin contestación.

Con todo, hay algunas reminiscencias del comunismo “real” que perduraron en China hasta hace muy poco. Aparte, claro está, de las que siguen existiendo, como es el gobierno autoritario que vela por su permanencia (parte del decálogo del buen gobernante comunista). Una de las más curiosas para los que hemos vivido casi siempre (unos 30 años en España) en el mundo libre es la referente a la propiedad privada.

Cuando empecé a considerar comprar un piso en China (por cierto, una inversión redonda si se hizo tiempo), la gente empezó a preguntarme: ¿pero China no es un país comunista? ¿En los países comunistas existe la propiedad privada, no pertenece todo al Estado? La verdad es que me entró la duda, así que empecé a informarme. Sin conocer el idioma, al principio todo se basó en la observación.

Por un lado veía a la gente viviendo alegremente en sus hogares, pero eran casi siempre hogares descuidados; nadie arreglaba los desperfectos típicos más allá de lo imprescindible para vivir, como si fuesen inquilinos y no propietarios. Por otro lado, veía expropiaciones masivas por parte del Gobierno cada vez que se querían construir nuevas carreteras o edificios nuevos, dando a entender que aquello pertenecía al Estado, pero no a los inquilinos, y sien embargo éstos recibían un nuevo hogar en otro lugar, así que algún derecho debían tener.
Finalmente mi duda se resolvió al hablar con una amiga de mi mujer que estaba estudiando Derecho en China y que hablaba inglés. El sistema en China, hasta que se derogó en el 2006, era el siguiente: cuando tú “compras” una vivienda, sea una casa o un piso, lo que estás adquiriendo en realidad es un derecho de uso en exclusiva de esa vivienda durante un determinado número de años, que en la mayoría de los casos era 85, y no la propiedad como aquí la entendemos. Es decir, todas las propiedades pertenecían en el fondo al Estado, pero tú adquirías un contrato de arrendamiento por 85 años para vivir ahí tú y tus descendientes o quien tú eligieses, pero con ese límite.

Por tanto, si tú comprabas una vivienda de segunda mano tenías que fijarte bien en cuántos años quedaban de concesión, y eso también influía en el precio. Del mismo modo, si vives en una casa que has heredado de tus abuelos, y quedan 5 años para que la recupere el Estado, ya pueden estar las cañerías a punto de reventar que lo que no es tuyo, no lo arreglas con tu dinero. Por último, en caso de expropiaciones, el nuevo hogar que se les daba a los expropiados solía ofrecérseles con el mismo tiempo de concesión, a no ser que protestasen para que se les renovase la concesión.

Hay que reconocer que este sistema, unido a la prohibición de que los extranjeros pudiesen adquirir bienes inmuebles y a la norma por la que el Estado era quien baremaba los precios de compra y venta de inmuebles ayudó mucho a que en China no se produjesen burbujas inmobiliarias (sin contar casos aislados como el de Shanghai en los 80) y a que más o menos todo el mundo tuviese siempre acceso a una vivienda en un país con un nivel de pobreza históricamente bastante alto.

Sin embargo, en el 2006 este sistema se revocó y se permitió la propiedad privada ilimitada de la propiedad horizontal; es decir, sobre la construcción, pero nunca sobre el terreno, que sigue siendo en todo caso propiedad del Estado. Por lo que a día de hoy se puede afirmar que ya existe la propiedad privada en China.
De hecho, este cambio, junto a una relajación de las otras normas y a la situación de bonanza económica que está viviendo el país desde hace unos años ha estado generando una superburbuja inmobiliaria que llega a picos de subidas del 15% mensual en la ciudad de Beijing. Por desgracia, parece que últimamente los chinos empiezan a imitar todo lo malo de Occidente. Tengo esperanzas de que en este caso el Gobierno, con su mano dura habitual, ataje el problema antes de que le explote en las narices como a los ignorantes de la nariz grande y los ojos saltones.

lunes, 25 de abril de 2011

¿Beijing o Pekin? ¿Por que "Mandarin"?

Seguro que muchos os habéis fijado en el detalle de que a Pequín o Pekín ahora de repente un montón de frikis nos empeñamos en llamarla Beijing, al igual que de pronto Shangai ya no se dice Shangai y se dice ShangHai, con una H cercana a la J, acabando así con el chiste fácil. Como adivinaréis, esta diversidad de nombres tiene un motivo, y el motivo es el siguiente: cuando los primeros europeos llegaron a costas chinas alcanzaron los puertos del sur, en la zona de Cantón (que se llama Guandong en mandarín) con quienes contactaron fueron con los habitantes de esta región, que hablan uno de los muchos dialectos del chino, y, de hecho, el de mayor éxito y “oficialidad”, que es el cantonés, también llamado “Wu”, frente al “Han”, que es el que los extranjeros llamamos mandarín.

En toda China se escribe con las mismas letras tan particulares, pero en algunas zonas se leen de forma distinta, al igual que del alfabeto romano aquí en Europa hemos hecho decenas de idiomas, para desgracia de nuestros jóvenes estudiantes. Por tanto, los dialectos comparten una misma escritura, pero tienen un distinto habla. De hecho, en japonés también están los kanjis, que no son más que las letras chinas pronunciadas más o menos de la misma manera que lo hacían los chinos que cruzaron el charquito para habitar aquella isla por primera vez.

Sin embargo, he dicho una pequeña mentira, porque desde que el partido comunista (en minúsculas adrede) se erigió en gobernante realizó una simplificación de la escritura que se impuso en todo el país-continente, excepto en Taiwan y Cantón, así que en estos dos sitios también encontramos letritas diferentes al resto de China.

Bueno, que me voy por las ramas… Por tanto, estos europeos, al llegar a estos puertos cantoneses, después de solucionar los problemas iniciales de comunicación, preguntaban cosas como “¿cuál es la capital de este país?” y estas personas, lógicamente, le contestaban en cantonés y les decían “Pekin”, que es como se dice Beijing en cantonés, y así se quedó el hombre. Al igual que cuando les preguntaron “¿y cómo se llama este sitio?” les dijeron “Cantón”, que es como se dice Guandong en cantonés. En definitiva, que hemos estado llamando a las ciudades chinas en cantonés durante un montón de tiempo sin saberlo.

Atuendo clasico Qing o Mandarin
Para terminar, una curiosidad muy curiosa: ¿nunca os habéis preguntado de dónde salió la palabra “mandarín”? Se da muy fácilmente al chiste, pero puede que la realidad supere al chiste fácil en esta ocasión. Resulta que unos de esos primeros europeos eran portugueses que veían que había mucho cantonés por allí viviendo y trabajando y hablando cantonés, pero también otros chinos que vestían diferente (con ropas administrativas) y que hablaban diferente (el idioma de Beijing, sonde estaba el gobierno), y que además parecían ser los que mandaban por allí (ya que eran como lo que sería hoy los delegados del gobierno del Emperador); ¿cómo creéis que los llamaron los portugueses? Pues eso, “mandarines”. Y al idioma que hablaban “chino mandarín”. Increíble pero cierto.

Beijing, ese enorme desconocido


Hoy voy a hablar un poco sobre Beijing, que es la ciudad de China que más conozco, después de pasar casi un año allí. Aunque la inmensidad de las ciudades de China, y en concreto la de Beijing, sólo se puede comprender completamente visitándolas, espero así familiarizaros un poco con esta ciudad.

Ya sabéis todos que Beijing es la capital de China; punto para vosotros. También intuís que es una ciudad enorme; algunos pensarán que la más grande de China, ya que es la capital. Pero no es así; Shanghai sigue siendo más grande. También más moderna, más occidental, más pujante, y muchas más cosas. Pero centrémonos en Beijing.

Su nombre significa en chino “capital del norte”. Cuando se le dio ese nombre era prácticamente la capital más al norte de lo que entonces era China, ya que las planicies frías más al norte todavía no pertenecían a China, sino a los Manchúes, que estaban siempre al acecho para conquistar o saquear China, lo que más fácil les resultase. Finalmente los Manchúes conquistaron China y eso trajo diversas consecuencias de mucha importancia para la historia de China, una de las cuales fue ampliar el territorio de China a las tres provincias del norte y hacer que Beijing ya no sea la capital más al norte del imperio, aunque el nombre quedó inalterado.

Como tantas grandes metrópolis, Beijing ha ido creciendo con los años y absorbiendo a otros pueblos/ciudades que se encontraban en las proximidades. Los más importantes han acabado dando nombre a barrios enteros de la ciudad; los que menos, simplemente han pasado a ser parte de la capital con alguna dedicatorio en el nombre de alguna calle y poco más.

Beijing es una ciudad que desde sus inicios se erigió conforme a un plan muy establecido. Ver un mapa de Beijing, sobre todo en el centro, es ver una serie de calles paralelas y perpendiculares con algunas calles más anchas rodeando el centro a distintas distancias. El centro de la ciudad está dominado por la plaza de Tiananmen (que al leerlo en chino casi no se pronuncia el segundo “an”) y la “ciudad prohibida”, el antiguo palacio imperial donde sólo el emperador y sus sirvientes podían entrar históricamente.

La ciudad está dividida en círculos, demarcados por estas calles más anchas que rodean el centro a distintas distancias. En total hay unos 7 círculos, y digo “unos” porque la ciudad crece a pasos agigantados y lo que diga hoy puede no ser cierto el año que viene. A día de hoy en el mapa todavía se puede ver la calle que divide el 6º y 7º círculos, siendo éste último algo así como el cajón de sastre de todo lo que no queda dentro de la ciudad, y tengamos en cuenta que el aeropuerto está dentro del 6º, y los aeropuertos suelen estar alejados de la población…

Calle del 4º anillo
Por cierto, estas “calles” que hacen frontera entre los círculos serían para los estándares de aquí unas mega-autovías, pues suelen tener unos 6 carriles en cada sentido. Las calles normales suelen tener 3 en cada sentido; sólo las callejuelas que atraviesan los barrios antiguos y que se mueven entre mercados pueden tener 2 o menos. Ya todos sabíais que en China todo es a lo grande…

Pues bien, los dos primeros círculos son el Beijing antiguo, donde os podéis encontrar las casitas bajas con los tejados clásicos, encofradas en los barrios antiguos con sus callejuelas llenas de gente intentando venderte algo; se puede pasear y todo parece estar cercano. Eso es así porque el gobierno prohíbe la construcción en esta zona, para mantener el aspecto clásico de la ciudad. Además, es aquí también donde se encuentran el 90% de los edificios gubernamentales del país y donde la seguridad es impresionante; también es donde derivan el 95% de los turistas. Sobra decir que cuanto más alejado del centro menos lugares turísticos hay y más residencial es la zona.

Aparte de estos círculos, que demarcan la distancia al centro y, en cierto modo, el estatus del residente, hay los barrios. Para el que vive en Beijing, hay principalmente 4 barrios de interés, con características propias. El principal es el del centro; no es que tenga un nombre particular, pero todo el mundo sabe a qué te refieres y básicamente engloba los dos primeros círculos. Suele ser lugar de oficinas, edificios gubernativos, puntos turísticos y residentes adinerados o con poder político.

Al noroeste de la ciudad está el barrio de Haidian, al que muchos llaman el “Sylicon Valley chino”. Aparte de muchas viviendas, pues también es un lugar residencial de clase media, es aquí donde nacieron marcas mundialmente conocidas como Lenovo (que ha comprado la división de PCs de IBM) y el lugar donde comprar cualquier tipo de aparato electrónico. La media de edad en este barrio es muy joven y cualquier “tuneo” que necesites en tu ordenador o consola te lo pueden hacer en este lugar, incluso crearte uno desde cero. El muy probable que el futuro de la tecnología se esté desarrollando en alguna oscura habitación de este barrio tan conocido en todo Beijing, sede también de las más importantes universidades politécnicas del país.

Al este de la ciudad está el barrio de Chaoyang, que a su vez se puede dividir en dos zonas más o menos diferenciadas. Sanlitun al norte y Dongcheng al sur. Sanlitun es el lugar donde se encuentran las embajadas internacionales y, por tanto, el lugar donde suelen residir los extranjeros que trabajan en las mismas, con sus bolsillos llenos de dinero y sus maletines frecuentemente desempolvadosBeijing donde hay chalets de “estilo europeo”, con sus jardincitos, piscinas y demás; sobra decir que es el Beverly Hills de la ciudad. Doncheng, sin embargo, es la zona más rica de Beijing; ahí es donde reside la clase alta y muy alta, así como la mayoría de extranjeros que trabajan en Beijing, que suelen ser directivos de bancos extranjeros, directivos de grandes empresas y gente con dinero en general. Por este barrio no es extraño ver Ferraris o Lamborghinis y hay una serie de edificios llamados Soho, que parece pertenecer a una cadena inmobiliaria internacional que construye en los lugares más caros del mundo, y que es famosa en toda la ciudad como símbolo de estatus. Si necesitas algo de Gucci, Dior o Valentino, es esta zona donde encontrarás la tienda que buscas.

Finalmente, y si no contamos los barrios/pueblos absorbidos realmente lejanos y fuera de la metrópolis, tenemos Fengtai. Este barrio está al sur-sudeste y es uno de los últimos que fue “absorbido” en el centro de la ciudad. Engloba los círculos 4º y 5º y parte del 3º. Aquí el año pasado todavía no había metro, mientras en el resto de barrios lo tienen desde hace años. Todavía se está reconstruyendo el barrio; es decir, tirando casitas a mansalva para construir las paradas de metro, nuevos centros comerciales, carreteras a medida y muchos nuevos edificios, además del hospital que será el mayor de la ciudad. Pero todo eso empezará a llegar el año que viene. Ahora mismo hay mucho polvo, muchas demoliciones controladas y mucha pobreza. Hay muchos taxis que desde el centro no te quieren llevar allí, pero no porque sea peligroso, sino que te dicen que las calles están muy mal, queda muy lejos y luego nadie les dará una carrera para regresar al centro.

Para acabar, para que os hagáis una idea, yo vivía en Fengtai, justo al lado de la vía que divide el 4º y el 5º anillo, e iba a clases de chino en una academia que estaba en Sanlitun. En autobús el viaje solía ser entre 2 y 3 horas, dependiendo del tráfico, y la distancia en línea recta eran unos 32 kilómetros. Y estamos hablando de ir del 5º anillo al suroeste al 3º al noroeste, más o menos; es decir, sin salir de la ciudad, que aún quedan anillos y millones de personas más hacia el extrarradio. Eso sí, como Beijing es muy llano y los edificios de Chaoyang muy altos, desde mi casa podía ver el edificio de mi escuela desde mi piso, que era un 12º, los días que no había tormentas de arena o cielo tupido de humedad y contaminación.

viernes, 22 de abril de 2011

Cuando te saludan y huyen


Como ya he comentado durante mi estancia en Beijing residí en el barrio de FengTai, que es algo así como el barrio más pobre de la ciudad si no contamos los del extrarradio (y tengamos en cuenta que el concepto de “extrarradio” en Beijing supone a partir de varias decenas de kilómetros del centro). También es un barrio donde, como consecuencia de lo anterior, no hay extranjeros. Está claro que los extranjeros a China van o de vacaciones, o por negocios, o (alguno) a estudiar. Y en FengTai no hay nada de eso. Está la Universidad de Ciencias Empresariales y Economía, pero es una Universidad de nivel nacional, donde no suelen venir estudiantes extranjeros. Los hombres de negocios y los turistas se quedan en los barrios ricos del norte de la ciudad (FengTai está en el suroeste), donde hay coches extranjeros, rascacielos, lugares turísticos, McDonalds, tiendas de Zara y Gucci (que en China están casi al mismo nivel) y (lo más importante para mí) donde hay metro. En FengTai puede que el año que viene tengamos metro, pero por el momento hay que conformarse con autobuses en necesidad de jubilación.

Por tanto, hasta donde yo conozco, yo era el único extranjero en la zona, en tal vez kilómetros a la redonda y yo provocaba que fuese a donde fuese los chinos se quedasen boquiabiertos mirándome y se comportasen ante mi presencia como si fuese la más conocida de las estrellas de Hollywood: te miraban, te estudiaban, te cedían el paso, evitaban el contacto, las conversaciones se interrumpían… A mí nunca dejó de sorprenderme el que me estudiasen como si tuviesen la piel azul y cinco ojos, ya que supongo que desde hace años ya estarán acostumbrados a ver extranjeros aunque sólo sea por televisión. Pero lo más curioso de todo es que casi siempre intentaban la comunicación; pero no las mujeres, sino los hombres. Las mujeres mayores sonreían y tal, pero las chicas jóvenes se ruborizaban y sufrían ante mi presencia como si fuesen colegialas y yo Justin Bieber con menos pelo en la cabeza y más en… las piernas.

Sin embargo, los hombres, sobre todo chicos jóvenes siempre soltaban un “hello” que solía sonar algo así como “jelooouuu” con la U muy marcada. Normalmente la conversación a pesar de comenzar en inglés, solía continuar en chino; es decir, el chino intentando hacerse entender con toda la fuerza de su ser y yo sufriendo por comprender lo suficiente para poder una respuesta coherente mientras notaba cómo mi cerebro sudaba hacia adentro. Otras veces, el chino se desmelenaba y me abordaba con las tres frases en inglés que había aprendido (Where are you from? American? Welcome to Beijing) para acabar frustrado al no entender ni papa de lo que yo le contestaba (Spain; no, not American, Spanish, from Europe; Thank you very much).
Pero hay una tercera posibilidad, que curiosamente era la más común y la más intrigante: los chinos que te decían “hello” por la espalda y luego se achantaban. (¡!) Ese fenómeno enigmático siempre me cogía por sorpresa; yo iba andando tranquilamente cuando escuchaba un grito de “hello” a mis espaldas y al girarme veía: a) un grupo de chinos a su bola, ninguno mirando en mi dirección; b) a un chino achantándose como si hubiese tirado un piedra y quisiese esconder la mano; o c) a nadie (tal vez un coche que pasaba, o desde una ventana). Hay que reconocer que alguna vez pillaba al chino y le respondía “hello” sólo para ver cómo se descomponía de la vergüenza y finalmente huía abochornado dejándome perplejo.

He analizado este fenómeno muchas veces, pero nunca he podido llegar a una conclusión. Supongamos que es que son muy tímidos: ¿entonces por qué saludan de entrada? Supongamos que es que es la única palabra en inglés que conocen: ¿entonces… por qué saludan de entrada? Supongamos que es por meterse conmigo: ¿es que la pubertad en China durante tanto? No sé… no puedo descifrar este misterio. Sólo sé que nunca se me borrará la imagen del chino encorvado escapando de mí después de haberme dicho “hello” sin esperar a que yo respondiese. Es una pena que no hubiese nadie para sacar una foto de mi cara en aquel momento.